11.11.17

Cuentos absurdos para niños :D

Sí, estas historias vienen en un libro dirigido al público infantil de la década de los 80. Si alguno de nosotros no salió con estupidez crónica fue un auténtico milagro.


La historia del sacapuntas

Una mujer tenía la intención de escribir un gran libro. Se compró un montón de papel, cincuenta lápices nuevos y un buen sacapuntas. A partir de hoy su marido y sus hijos sólo hablarían bajo y andarían de puntillas, pues la mujer quería empezar enseguida a escribir el libro.

Preparó el papel y afiló el lápiz. Mientras tanto pensaba en la primera frase.

Afiló otro lápiz y siguió pensando la primera frase.

Afiló el tercer lápiz y todavía pensaba en la primera frase.

La mujer afiló hasta el final los cincuenta lápices y otros siete mil quinientos doce.
No tardó ni tres semanas. Todavía no había escrito la primera frase, pero ya era campeona del mundo en afilar lápices.
Salió en el periódico.


La historia de la tos perdida

Una niña tenía tos. De repente se le quitó y la niña no sabía dónde se había metido. Buscó en todas partes: entre los juguetes, debajo de la cama y en el armario.
- ¿Tienes mi tos? -le preguntó a su amiga.
La amiga se molestó un poco -¡Yo no robo una tos! -dijo-. Ya tengo la mía desde hace dos semanas. La tuya era de cuatro días. Además yo tengo una tos fuerte, de perro, y tú sólo tenías una tos ligera como un silbido.
- No te enfades conmigo -dijo la niña-. A lo mejor la he perdido por la mañana en el puente. Hacía tanto viento. ¿Vienes conmigo? La buscaremos.

En medio de la niebla por poco encuentran la tos. Solamente silbaba, muy bajo, en la barandilla del puente.
Al final, la niña volvió a coger la tos. Se había vuelto más fuerte. También a la amiga se lo pareció. Ahora se podían toser mutuamente.


La historia de la madre que quería pensar en todo

Una mujer quería subir a una montaña con sus hijos durante las vacaciones. Estuvo pensando lo que deberían llevar.
Quería pensar en todo, por ejemplo: podía haber lluvia. Entonces necesitaban impermeables, calzado para cambiarse y medias.
Podría hacerse de noche demasiado pronto. La mujer llevó una linterna para cada uno.
También podría suceder que se perdieran. Entonces tendrían que pasar la noche al aire libre. La mujer metió una tienda de campaña y sacos de dormir, junto con un hornillo de alcohol, una olla grande y alimentos para unos días.
¿Y si uno de ellos se ponía malo en el camino? Era imprescindible tener medicinas para diferentes enfermedades, y vendajes.
También se le ocurrió a la mujer que podría haber niebla. Así que ató a los niños a una cuerda fuerte y se colgó del cuello una bocina para la niebla.

De este modo subieron a la montaña, y se arrastraban unos a otros y jadeaban y sudaban. Pero no llegaron muy lejos. La mujer pisó una boñiga de vaca y, como iba cargada, se resbaló cuesta abajo y los niños detrás, atados a la cuerda.
En la boñiga del camino no había pensado la mujer.


La historia de la mujer que siempre quería estar más delgada

Una mujer quería por todos los medios ser delgada. Tomaba para desayunar sólo una cucharada de leche cuajada descremada y lo acompañaba con una taza de té para adelgazar. Después se iba a la oficina.
Allí, en el descanso del mediodía, leía una receta en el "Cocina para adelgazar". Cuando tenía mucha hambre leía dos recetas; eso le bastaba.
Por la noche preparaba una ensalada con tres pastillas para adelgazar, sal y zumo de limón. Los domingos añadía una pizca de mostaza a la ensalada de pastillas.
La mujer adelgazó; pero quería adelgazar más.

Un día leía en el descanso el libro de cocina para adelgazar. Estaba un poco cansada y se durmió. Y el libro se cerró. Enseguida volvieron del bar los compañeros; al principio sólo vieron el libro encima de la mesa, pero después encontraron a la mujer: estaba como señal entre la página 48 y la 49.

Fuente: WÖLFEL, Úrsula, Veintinueve historias disparatadas-. Editorial Miñón, Valladolid, 1980.

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