Esos felinos :D

Sí amigos, aborrezco los gatos, aquí se demuestra el porqué.
Bueno, además de porque me parecen chulos, excesivamente independientes, pudorosos, malhumorados, egoístas y manipuladores... (y esto lo digo sin maldad alguna (risa floja)), tuve un trauma de pequeña:
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Tendría 5 años cuando llegué por primera vez a la casa de mis tíos. La recuerdo por ser algo característica ya que justo enfrente de la puerta de entrada se encontraban unas escaleras estrechas y tremendamente altas que llevaban al piso superior, únicamente ocupado por la habitación de mi prima. Esa zona de la casa siempre se encontraba a oscuras porque a mis tíos les parecía un gasto horrible encender la lámpara del recibidor pudiendo iluminar ese espacio con la presencia de una mísera bombilla que provenía de la cocina...


Cierta vez que llegué a esa casa con mis padres descubrí algo diferente. Observé con más detenimiento y ahí estaba: un gato gris con la cabeza y la cola completamente negras. Sus ojos brillaban entre la oscuridad que siempre había reinado sobre esa escalera, irradiaban omnipotencia sobre ese territorio y tremenda curiosidad sobre aquel que se acercaba a su casa...
Con 5 años ese gato me parecía el mismísimo demonio. No se movía del último peldaño, justo ante la puerta de color gris mate; y destacaban esos ojos, que a pesar de tenerlos grises, desde abajo se veían rojos... tan rojos y brillantes que se clavaban como putos alfileres.

Justo en ese momento que me fijé en él, reaccionó y se levantó. Se acercó a la barandilla y erizó el pelo. Tras la costumbre de saludar a mis tíos en la puerta principal nos dispusimos a ir al salón, pero ese recorrido yo no quería hacerlo porque debía de pasar por debajo de esa escalera, ahora con gato endemoniado y todo.
Me quedé sola observándolo desde abajo, los demás ya estaban en el salón... El maldito gato debió de oler mi miedo hacia él (como buen gato demoníaco que es xD) y al acto bajó como alma que lleva el diablo los escalones para caer en el suelo y dirigirse hacia mí. Yo no sé que pensaría en aquel momento el felino pero me recordó a una película del Oeste justo cuando dos tíos comienzan un duelo a muerte, sólo que nosotros no teníamos pistolas.
En un segundo, el animal se abalanzó hacia mí y me arrancó de cuajo un trozo de carne que hoy en día se aprecia en mi mentón. Sistemáticamente empecé a chillar. Llegaron mis padres y mis tíos con los ojos desencajados del vocinazo que pegué y me vieron la cara llena de sangre... pero lo peor de todo no fue eso, sino que a mis tíos sólo se les ocurrió decir, después de que yo contara la historia: "Nuri, nena, si este gatito no hace nada..."  
Desde ese momento, mis tíos me empezaron a caer mal, evidentemente... 

Gracias a Dios no me pilló algo peor, pero desde luego hoy puedo decir que ese maldito gato ¡ESTARÁ MUERTO! Y YO SIGO VIVA ¡JJJA!*
*Puede apreciarse aquí la ausencia de rencor que la autora tiene hacia el animal.
Ironías a parte, si alguien leyó esto y tiene un gato en casa: no se moleste por mi historia, enhorabuena por tener uno; aunque yo prefiero los conejos, que se contentan con una mísera hoja de lechuga.
Ahí queda eso.