2.11.17

Mito bantú, África central: el origen del hombre :{º

La gran África. Tantas fábulas, leyendas, mitos y filosofías greco-romanas y nos olvidamos de aquellas que provienen de culturas más antiguas; culturas milenarias y ancestrales que poseen mayor significado, pues la tradición aún forma el total de su vida diaria. 
De allí provenimos todos.


                                                          Fotografía: Gregory Colbert

MITO BANTÚ DE ÁFRICA CENTRAL: EL ORIGEN DEL HOMBRE

Dios había creado el mundo con sus montañas y sus lagos, sus bosques, sabanas y desiertos. También había creado los animales y las plantas, pero faltaba todavía el hombre. Entonces fue a la sabana y excavó dos agujeros en el suelo. Y al cabo de unos instantes, del primer agujero salió un hombre, y del segundo, una mujer. Eran el primer hombre y la primera mujer.
-¿Qué tenemos que hacer? -le preguntaron a Dios.
-Vais a cavar la tierra y sembrar mijo -respondió Dios.- Después construiréis una cabaña para cobijaros.
-¿Y qué comeremos?
-Cuando el mijo haya crecido, moleréis los granos y coceréis unas galletas de las cuales os alimentaréis.

El hombre y la mujer se pusieron a trabajar, pero se paraban a cada momento para secarse el sudor que perlaba su frente, y se lamentaban de su suerte.
-¡Qué trabajo más duro este de cavar la tierra!
De todos modos, finalmente sembraron el mijo. El grano germinó muy deprisa y se transformó en espigas que pronto se pusieron maduras.
El hombre y la mujer tenían hambre, pero eran demasiado perezosos para encender el fuego y cocer el mijo; así que se lo comieron crudo. Después, como les entró sueño, decidieron dormir sobre la rama de un árbol. Así se ahorraron la fatiga de construir una cabaña.

Cuando Dios vio al hombre y la mujer durmiendo tranquilamente en un árbol, se puso muy furioso. Llamó a un mono y una mona y les dio las mismas instrucciones que a los hombres. Los dos monos se pusieron en seguida manos a la obra: sembraron el mijo, construyeron una bella cabaña, hicieron fuego, molieron los granos de mijo y cocieron unas apetitosas tortas. Cuando acabaron de comer, se marcharon a descansar a la cabaña. Dios quedó muy satisfecho. Entonces llamó a los dos monos, les quitó las colas y dijo:
-¡A partir de ahora, vosotros seréis los hombres!
Y después llamó al hombre y la mujer y les colocó en la parte baja de la espalda la cola de los simios.
-¡A partir de ahora, seréis los monos! -decretó.
Y así fue como los monos, convertidos en hombres, vivieron en las cabañas, mientras que los verdaderos primeros hombres siguieron durmiendo en los árboles.

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